(cheun rume)

 

20100718

Turismo i Panoramas

Rescatar la Memoria

La mañana era oscura, llovía a cántaros. Ir al colegio era para mí una emocionante aventura. Protegido por mi capa y las botas de goma, caminaba feliz sorteando elagua que caía desde las cornisas. Salía de casa y me internaba en la penumbra del "Pasaje Musalem", cruzaba por las entrañas de la tierra desde Aníbal Pinto hasta los protectores aleros de las zapaterías de Freire. Antes de cruzar miraba si acaso algún amenazante vehículo me acechaba, generalmente no, era muy temprano para las bestias. Cruzaba corriendo, valiente, hacia la catarata que desde las paredes de "Calzados La Negrita" saltaba para estrellarse sobre mi capa sin mojarme. Cruzaba el torrente y llegaba hasta la esquina de Caupolicán donde la tienda "La Puerta del Sol" marcaba la frontera. Al frente, en diagonal, "Donde Golpea el Monito" y allí en la esquina Caupolicán/Barros aguardaba tranquilizadora la elegante tienda "Torregrosa y Anglada" anunciando que la meta estaba cerca. A la vuelta de la esquina, por Barros, me detenía en la "Money Exchange" del serio Sr. Contzen, la primera casa de cambios en Concepción. Sus vitrinas exhibían raras monedas y maravillosos sellos postales de todo el mundo. ¡¡Un sobre lleno de estampillas de África por $100!! - premonitores de mis largos viajes por el mundo. Caminaba hasta Rengo mirando hacia la casa del obispo al tiempo para cruzar el inmenso portón del colegio donde generalmente esperaba, para saludarnos y corregir algún detalle en el uniforme, Monseñor Mardones, rector del Instituto de Humanidades, al que llamaba, y nosotros así considerábamos, nuestro segundo hogar. Luego del estridente timbre, formábamos en el patio o los días de lluvia en las galerías donde el rector nos daba una charla de diez minutos sobre cómo sentarnos en la mesa, cómo respirar, de la obligación de dar el asiento a los mayores, en fin una serie de detalles de urbanidad que era algo importante en aquellos años '50.

El centro penquista ha sido destruido. EN la esquina de Rengo/Barros Arana miro con tristeza que ya no puedo tocar nada de lo que existió en mi infancia, como si todos mis recuerdos sólo fueran un fantasma de mi imaginación. El terremoto del sesenta y las conveniencias derrumbaron gran parte del escenario de mis aventuras, el terremoto del 2010 terminó la tarea. Nostalgia y tristeza, nada hay allí que sea mío. Dos solares vacíos allí donde tanta vida hubo. Ni siquiera un niño que dé el asiento en la micro... es lógico, está cansado y seguramente sueña... yo comienzo a recordar...



Guíatip Turismo i Panoramas.
Julio 2010, año V, Nº53

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