(cheun rume)

 

20100408

La tentación de Cristo

Evangelio según san Mateo 4:1-11

1 Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. 2 Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre.3 Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Pero él respondió, diciendo: Escrito está: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Le llevó entonces el diablo a la Ciudad Santa, y, poniéndole sobre el pináculo del Templo, 6 le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: “A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra.” 7 Le dijo Jesús: También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.” 8 De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 le dijo: Todo esto te daré si de rodillas me adoras. 10 Le dijo entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y a El solo darás culto.” 11 Entonces el diablo le dejó, y llegaron ángeles y le servían.


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Crux Sancta Sit Mihi Lux
Non Draco Sit Mihi Dux
Vade Retro Satana
Numquam Suade Mihi Vana
Sunt Mala Quae Libas
Ipse Venena Bibas

20100407

Adiós Catina

Du hast keinen Eßvorrat mit“, sagte er. „Ich brauche keinen“, sagte ich, „die Reise ist so lang, daß ich verhungern muß, wenn ich auf dem Weg nichts bekomme. Kein Eßvorrat kann mich retten. Es ist ja zum Glück eine wahrhaft ungeheure Reise.“

Kafka, Der Aufbruch

Adiós Catina

te habría dicho sonriente
por esa cerveza que no tomamos.
Entre la niebla que vuelve a rodearnos,
con el frío que vuelve a helar los huesos,
nos habríamos despedido con un abrazo tierno
y un beso.
De esperanza.
De amistad profunda,
tejida con más que el crujir de la tierra.
Porque te vas de una ciudad nueva,
condenada a perpetua juventud.
¡El epicentro de la república!
Una ciudad mustia,
sin el sol tibio ni las calles llenas de lluvia.
Tu visita se hará eterna en tus labios alemanes
en las gotas que se roban el azul de tus ojos.
Se hará infinita en tus largos pasos y en el suelo que alimentes.
Tu visita se hará tan profunda como nuestro dolor.

Adiós Catina
te habría dicho optimista.
Hasta luego en nombre de tu exigua patria,
la que dejas en una hora triste,
pero que,
te prometo con el pecho abierto,
te juro desnudo y furioso,
sabremos reconstruir para hacer honor a tu blanca sonrisa.