(cheun rume)

 

20110815

Horacio en Cama

"Lentamente he ido perdiendo la coherencia en mis ideas." Se decía Horacio bajo la luz penetrante de su ampolleta. "Deben ser estos rayos incandescentes que penetran mi cerebro como aguerridas lanzas."

"¿Qué fue lo que concluí ayer? ¿Acaso manifesté mi decepción con esta especie de simios parlantes? Estoy en efecto decepcionado. Pero no fue eso lo que iba pensando ayer. Mientras avanzaba por la Diagonal. Siempre por la misma calle, bajo esos pórticos macizos, lleno mi cabeza de estas palabras. Se me olvidan apenas pongo un pie en la casa. Pero en ese momento, mientras hablo solo como un loco, concluyo las más profundas calamidades. ¿Qué será aquello que inundaba mi mente ayer?"

Horacio yacía inmóvil sobre su cama. Estas reflexiones que le venían a la cabeza, incoherentes a ratos, eran quizás un simple delirio. El frío de la tarde que penetraba en su cuerpo, le hacía temblar, le revolvía las entrañas y lo obligaba a correr al baño cada cierto tiempo. No podía ya soportar este frío intenso que lo quemaba desde dentro. Nunca tuvo gran éxito en infundirse ese valeroso optimismo de sacar la faceta cálida y alegre de su personalidad y, en consiguiente, se lo pasaba temblando desnudo sobre su cama durante largas tardes de invierno. Y mientras lo hacía pensaba:

"¡Luchar! Luchar dicen estos pajaritos. Luchar implica tener un enemigo contra el cual pelear. E implica también otra cosa. Violencia. La lucha es la violenta imposición al enemigo. ¿Cómo piden que luchemos? ¿Qué quieren estos con su lucha? ¡Luchar! Como si no tuviera suficiente con soportarlos. Como si no tuviera suficiente con sobreponerme a la noche y sus inclemencias. ¿Quieren que busquemos enemigos? ¿Que los matemos a pedradas si es necesario?

"Desnaturalizaron la palabra, le quitaron el objeto, la volvieron ambigua y oscura. Luchar contra la injusticia, contra la desigualdad, ¡por la libertad! Definieron como cristianos su posición arbitraria, su moral conveniente, su absoluta identificación del bien y el mal, e impusieron este modelo simplista en las mentes de estos jóvenes simplones. ¡Luchar! La despojaron con artimañas de su verdadero significado y la grabaron en piedra como en las sagradas escrituras. ¿Y hoy quieren que luchemos? ¿Contra quién, por quién, para qué?

"Estos no quieren la libertad ni la igualdad, estos quieren imponer su libertad y destruir nuestra igualdad. ¡Estos desgraciados quieren gobernar! Y a boca de jarro."

"¿Cómo no perder toda esperanza en esta raza de perros rastreros? Cobardes hasta la médula. Educados en la inconsciencia. No pueden construir futuro si jamás han construido su pasado. ¡Ha construir pasado! Quel futuro no vendrá sino hasta mañana."

¿Pasado? Horacio sobre su cama gritaba estas razones de manera desesperada. El temblor de su quijada y la dicción desprolija dificultaban entender a qué se refería con exactitud. Su boca se llenaba de espuma mientras su cuerpo se retorcía de dolor.

En un arrebato de náusea, la bilis amarilla escurrió por su garganta y fue a inundar las delgadas sábanas. Horacio de esta forma cerraba su contrato con la locura. Horacio así veía la verdad de los hombres y el asco le hacía escupir su sangre.