(cheun rume)

 

20110627

Frío

Un frío eterno me consume
Mi cuerpo tiembla frenético,
histérico, constante, cambiante
Mis gemidos se escuchan guturales
profundos, medulares, verdaderos
Mi pecho absuelto por el sudor helado
Mis dedos erráticos confuden las letras
Me posee un frío incontrolable
Un frío que desata mis entrañas
Que libera mis intestinos
¡Que duele de tan frío!

Ni la lana heredada
Ni las calcetas escandinavas
Ni el tejido de una madre
Ni el color del Magreb
Mucho menos tu abrazo impúdico
Tu regazo estéril, tus caricas ásperas
Pueden calmar este temblor nervioso.

Un frío que crece junto al fuego,
un frío que nace desde adentro
que surge del estómago y me congela
desde el corazón hasta la cabeza.

20110613

TurAustral

"Soy penquista, no chileno." Me repetía sin parar. El viento helado me levantaba del piso un poco más en cada paso, y con su fuerza inequívoca me guiaba por las calles de Rodas. Es que lo único que me hace feliz es caminar. Caminar y caminar sin rumbo, por entre las ruinas y los recuerdos, por sobre los adoquines hundidos, por entre la gente sin rostro. Llueva o no, con vendaval o con un sol tibio de invierno, lo único que me mueve son mis pies ágiles, esa ilusión de libertad.

"¿Cómo voy a ser chileno yo?" Con cada paso resonaba fuerte la pregunta en mi cabeza. Me sedaba leyendo en algún kiosko la prensa dese país lejano, inventado, fraudulento. Aún volvía el zumbido antipatriota al reemprender la carrera desbocada. Es que no camino, vuelo sobre las piedras. Corro, escapo de mi única realidad, para encontrar ese Arco Triunfal. "¿Seré yo el único que recuerda? ¿O acaso, escondidos bajo el polvo, hay más criollos libertarios con la misma corazonada?"

Un amigo catalán me decía una vez que el requisito para ser español, es querer serlo. Quien no quiere ser español, naturalmente encuentra su verdadera patria en Catalunya heroica. Me lo decía con toda naturalidad y con un acento ibero que, por supuesto, invalidaba cualquier razonamiento micronacionalista. Yo que hablo, ¡y hasta pienso!, en chileno, ¿cómo voy convencer a alguien que no lo soy?

"¿Chileno? Si Chile queda del Maule al norte. La Frontera es ese río lluvioso y no éste." Y al pensar esto, en voz alta y gesticulando, algunas chispas perdidas en el remolino de viento iban a condensar en mis lentes. La lluvia comenzaba tímida en ésta, la capital de Penco. "Si esto nunca fue Chile sino hasta que nosotros lo inventamos."

"Yo no soy chileno, sino penquista." Me lo repetía con cada vez más fuerza. Mientras surcaba entre esos paraguas invertidos que les dio por construir en la mitad del Paseo Peatonal. Mientras saltaba sobre los hoyos en el piso. Mientras mis ojos intentaban no ver las cicatrices múltiples. Mientras mis lágrimas se negaban a inundar la Galería Rialto. Porque estas calles de mi infancia se llenan hoy de suciedad y cobardía. Mis puños y dientes apretados al ver el pavimento destruido pueden dar fe de ello.

"¿Y estos? ¿Penquistas o Chilenos?" En sus ojos egoístas y transparentes no se observaba más que evasivas. ¿Cómo van a ser estos los llamados a la libertad? Los gestores de la Nueva Independencia. ¿Cómo? Si no son capaces de reconocer su maltratada patria. ¿Cómo? Si viven en la ilusión de la comodidad extranjera.

¿Quién creyera que en este vacío pudiere encontrarse profundidad alguna?

"No soy chileno, soy penquista. Soy el último penquista. El único que queda desa estirpe vigorosa de antaño. Soy el último heredero de Galvarino, el último hijo de la Mocha, el bastardo que se levanta entre la niebla y marcha por la libertad."

Y con esas divagaciones grandilocuentes me disolví entre la gente, bajo la lluvia implacable, bajo la tarde que daba paso a la noche, bajo el olvido poderoso y la soledad flagelante. Me reduje desde mi ser a estas letras inmundas. Me convertí en este mensaje de la nada, en este manifiesto imposible, en la desesperada desilusión.