(cheun rume)

 

20090531

Maxwell's Silver Hammer

Me llama poderosamente la atención que un tipo con la envidiable capacidad de ser siempre protagonista, se sienta cómodo viendo y aceptando a otros tomar las decisiones que nos competen a nosotros. Un profesional joven, de 25 años, recién terminado su período de educación formal me comentó hace un par de días sus planes futuros. Está trabajando en no sé qué empresa penquista, el segundo semestre va a terminar su memoria de título y después el plan es emigrar. "Después pienso ir a Santiago". Ante eso, considerando la confianza que entrega conocer a una persona desde los años ochenta, no pude contenerme: "Como buen penquista, apoyando al centralismo".

Logré un milagro prácticamente. La actitud, a veces incluso un poco agresiva, de mi interlocutor cambió por unos instantes. Logré un par de segundos de silencio, logré instalar una duda en la mirada. Obviamente, ni siquiera intenté disimular mi sonrisa triunfal. Para empatar, luego de estos instantes de reflexión en que sus ojos pasearon por todos los árboles de calle O’Higgins, mi buen amigo contraataca con otra frase. “Es que ahí se toman las decisiones”.

¡Y ése es exactamente el punto!

Por qué los penquistas aceptamos como correcto que nuestras decisiones las tomen ellos. Por qué les entregamos todas las herramientas para que sigan tomando decisiones sobre nuestras competencias. Por qué nuestros profesionales prefieren emigrar por unas chauchas de más en vez de aceptar el real desafío de reconvertir Concepción en el foco intelectual y cultural que hemos perdido.

Actuamos como el Demonio de Maxwell. Desafiamos las leyes naturales de la termodinámica. Utilizamos nuestra posición privilegiada en información para fomentar el desbalance social entre quienes ostentan las variables de decisión y quienes agachan el moño sin cuestionarse su posición. Claro, la entropía disminuye, la capacidad de realizar trabajo aumenta. Pero éste termina a 500kms al norte de nuestra casa.

No hay comentarios: